Cuando crees que nada puede ir
peor, que crees que no puedes aguantar más, hasta el punto de rendirte por
completo, te das cuenta de que no estás sola, tienes a alguien a tu lado. Una
mano a la que coger, un motivo por el que aguantar en pie, después de todo el
daño que te han hecho. Tienes miedo de que te vuelvan a hacer daño, que te
vuelvan a herir, te crees dura, pero en realidad eres débil por dentro. Y sin
saber cómo, un día esa persona forma una pequeña e importante parte de tu vida.
A partir de entonces, aprendes a ser más fuerte, las circunstancias te hacen
fuerte, ¿recuerdas? Te ríes por las chorradas por las que un día lloraste,
vives la vida de manera diferente sin que te importe la opinión de los demás,
como dices tú no vale nada, intentas tener un motivo por el que sonreír todos
los días, aprendes a valorar las pequeñas cosas de la vida, vives el momento,
no piensas lo que te deparará el futuro, comienzas a dejar que pinten tus días
grises de los colores más vivos, y es entonces cuando empiezas a vivir la vida
sin saber lo que te esperará mañana simplemente, recordando “Carpe Diem”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario