Siempre que me siento pesimista por cómo
está el mundo, pienso en la puerta de llegadas del aeropuerto. La opinión
general da a entender que vivimos en un mundo de odio y egoísmo, pero yo no lo
entiendo así. A mí me parece que el amor está en todas partes. A menudo no es
especialmente decoroso ni tiene interés periodístico pero siempre está ahí.
Padres e hijos, madres e hijas, maridos y esposas, novios, novias, viejos
amigos... Cuando los aviones se estrellaron contra las torres gemelas, que yo
sepa, ninguna de las llamadas telefónicas de los que estaban a bordo fue de
odio y venganza. Todas fueron mensajes de amor. Si lo buscarais, tengo la
extraña sensación de que descubriríais que el amor en realidad, está en todas
partes.
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